

Ese
Romero

Volando sin alas
No suelo analizar mi presente ni mucho menos aplaudir lo que hago, dicen que cuando uno actúa de buena manera, las cosas van cayendo por su propio peso. Se trata de abrirse puertas y nunca creer que todo se ha conseguido, siempre será el momento perfecto para preguntarnos qué futuro estamos construyendo para la vida que anhelamos.
Miro alrededor, de vez en cuando, y entre rostros con señales de cansancio puedo hallar a ciertas personas que luchan segundo a segundo para construirse un nombre, una reputación. No buscar algo tan facilista como la fama mediática procedente de la farándula o los escándalos, esas son señales de las intenciones de gente que no ha descubierto aún el verdadero sentido de la vida. ¿Es que acaso ya sé que futuro me espera? No lo sé, pero de este mundo, mi mundo, soy arquitecto y obrero.
Me estoy perdiendo momentos familiares, eso no me enorgullece, pero en casa me esperan siempre con la sonrisa y las ganas de saber qué he logrado en mi día. –Mamá, hoy puse la primera piedra para que te sientas orgullosa de aquel ser que trajiste al mundo hace casi veinte años. Sus brazos se abren cual puerta de hogar con cálida ternura, se cierran rodeando mi espalda para seguir pronunciando: –Yo me siento orgullosa desde que vi por primera vez tu rostro.
Puede que todas las personas que me ofrecen sus mejores deseos rueguen porque elija siempre el camino correcto, no se preocupen, el camino que he elegido es lo que llena mi vida y transforma mi cansancio laboral en victorias silenciosas. Se cargan las horas de constante algarabía y dan paso a algunas palabras que evocan logros que mis antecesores no obtuvieron.
Vengo de una familia donde nadie tuvo la oportunidad de asistir a la universidad; es esa la razón de que cada noche esperen mi llegada. A mí me ofrecieron todas las herramientas que en su momento ellos no pudieron alcanzar, no es que ellos eligieron otro destino…ellos no tenían elección. A su ayuda yo le agrego cada aliento que me inspira, que me arma de valor para ponerme de pie, derrotar las penas y seguir escalando en este mundo donde hasta el más confiable puede jalarte de la mano y tirarte al suelo en un segundo.
No necesitan brindarme más que su cariño, lo material ya aprendí a conseguirlo. Lo que sí les pido a quienes llegue este mensaje es que aprendan a confiar en la vida, recuerden cómo se sintieron en el momento que creían estar en la cima del planeta; puede que ese recuerdo te devuelva las razones por las que un día despertaste y decidiste luchar.
Quien supone que mucho ha conseguido es quien más vulnerable está a perderlo. No es que uno vaya por la vida volando sin alas, se trata de saltar cada vez más alto siendo conscientes de que el piso siempre espera tu retorno.