

Ese
Romero

Delirio olor tabaco
Los vicios que suelo observar en gente de mi edad, que muchas veces no son más que simples poses, suelen ser producto de una reunión amical o la energía con la que la noche nos domina. A veces con mucho orgullo afirmo que nunca he fumado, ni siquiera un cigarro, pero es con ese mismo orgullo que empecé a detestar a la gente que realizaba tal acto sin sentido alguno.
Traté de hallarle una explicación razonable a tal acción y preguntarme también por qué yo no sentía tal necesidad. Tal vez aquellas adicciones son producto de ciertos “vacíos” como personas que ya no nos acompañan, recuerdos de algunos pasajes de la vida, prohibiciones o actos de rebeldía, etc. Sea lo que fuere, a partir de este momento lo llamaré “droga”; claro está que no intento hacer apología al consumo de narcóticos.
Como decía líneas atrás, nunca toleré a la gente que fumaba sin razón alguna y peor aún, si lo hacían en mi presencia con ánimos de fatigar. Los años y el cambio de amistades me volvieron más tolerante, pero nunca cesé en mi búsqueda por aquella explicación.
Cuando noté que la mujer por la que hoy en día suspiro, fumaba, las respuestas llegaron. Aquel humo que se exhala y se desprende del cuerpo despidiéndose de los labios rozándolos con actitud cálida, de repente había cambiado de olor. Sus restos de nicotina se combinaban con el aire que pronto respiraría, ese aire que me da vida. Las respuestas se volvieron más claras.
Aquellas drogas se expresan en distintas maneras para todos, con la única intención de elevarte a tal sentido que te desglosa del mundo por mucho tiempo. Personalmente, mi droga es cierto tipo de música que aún no termino de explorar; en un mundo paralelo, donde la música sea causante de males y se le otorguen diversas enfermedades, tal vez yo ya estaría desahuciado. Por todo lo anterior, hoy en día he dejado de criticar a muchos, especialmente a ella…siempre y cuando me haga notarle un sentido a lo que hace.
Esos vicios, unos menos dañinos que otros, nos brindan cierto tipo de paz y tranquilidad. Es como un delirio que enloquece, que enamora, que hace las explicaciones innecesarias. Es en este mundo donde nos mandaron a parar, tratar de entenderlo al máximo no es mi tarea.
Dejando a la música en segundo lugar, una persona muy rápido la ha podido superar. Un conjunto de emociones que se expresan al vivir, al respirar.
Sus besos se han vuelto aquel delirio, un delirio olor tabaco.