

Ese
Romero

La Navidad que soñamos
Si se celebra la Navidad con regalos o sin ellos, dependerá de la persona que la festeje, ya no estamos en épocas de debate para determinar si esta celebración es Dios, si es una simple excusa comercial, si solo sirve para descansar o gastar dinero; reitero, dependerá de cada uno. Personalmente me sirve de mucho que exista tal fecha, ya que es una de las pocas veces que puede tener reunida por varias horas consecutivas a lo más importante de la vida, mi familia.
Muchas personas me abarrotaron con la idea de que Navidad es esperar el nacimiento del niño Jesús al lado de tus seres queridos y vivir una vida paz; me disculparán, pero yo no quiero participar de su doble moral. Tal vez no tendré la fe que ellos dicen poseer, pero se pasan todo el año cometiendo errores y haciendo daño, ¿por qué? Es fácil, llegará el 25 y todos serán soldados de paz. En estas fechas la hipocresía se vive a niveles astronómicos.
Me acostumbraron, bien o mal, a no esperar regalos debajo de un árbol. Podría leerse cómico pero esta es la realidad de muchos, por falta de dinero, no había ni regalos ni un árbol para adornar. No se trata de mostrar una cruda realidad; quienes hoy en día estamos en condiciones de brindarle un presente a alguien y en el pasado no teníamos ni para un caramelo, somos presos de aquel sentimiento de querer brindarle a tus seres queridos lo que en algún momento no pudiste tener. Con esta premisa de por medio, deseché la idea de que todo sea un rollo como consecuencia del capitalismo.
Las historias que se tejen alrededor de esta fecha podrían ser infinitas pero muchas de ellas son reales. Lo que yo vivía de niño no era simple producto de un punto de vista, sí era consciente de que la situación económica no era la mejor como para comprar algo. Lo que sí nunca dejaré de agradecer, es que mi madre nunca permitió que se ausente un abrazo, un beso con aroma a “te quiero”, un saludo con la algarabía del momento. Pudo faltarme todo, menos familia.
Gracias a ellos es que Navidad tiene significado. Posiblemente sea la única vez en todo el año que los tenga reunidos, que nadie estará apurado por ir a trabajar o que saldrá con algún pretexto para dejar la casa en un segundo plano.
A puertas de cerrar otro año, agradezco a quien en lo más alto del mundo pueda recibir estas palabras. Que sepa que valoro a quienes me acompañan, como mi familia, mi enamorada, mis amigos, compañeros de trabajo; a todos ellos y a los que ya no nos acompañan.
Dicen que cuando uno es adulto, ya no ve la Navidad con los mismos ojos de un niño…puede que en muchos rincones de la Tierra existan seres que víctimas del abandono, la pobreza o el desinterés del estado, vivan momentos que nadie debería pasar; a todos ellos hago extensivo mi mensaje, pues la navidad que soñamos, en realidad es aquella que invita al corazón a sonreír, que conecta la vida con el mundo, que enseña a vivir. Una tradición que nace en la religión, una experiencia que no necesita de dinero ni de tesoros, que vibrará siempre y cuando exista amor.