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Suelo perderme en el tiempo y pensar que todo lo acontecido no es nada más que un sueño, un despertar que nunca aparecerá, un amanecer que tarda en llegar; pues a su lado mi vida se ha vuelto de luna y estrellas. Noche.

 

 

Esta era nocturna que estoy viviendo es el reflejo del tiempo detenido, momentos que nacieron después de un ocaso. Te conocí entre el viento y el calor de mayo, pero no fue sino hasta un año después que todo iniciaría.

 

 

Pensar en ti me dejaba al borde del colapso. “Por qué estar con ella” no era la pregunta…ya solo podía cuestionarme: ¿Por qué no? 20 de agosto y 45 minutos después de las 8 fueron la clave para ingresar a su mundo y volverme, tal vez, el indicado para llevarla de la mano, o algo mejor, para que el destino nos haga volar.

 

 

Su despreocupación era admirada por mi ignorancia. De mi salían palabras que no pensaba decir, de repente me volví en el poeta que nunca quise ser; a ti te gustaba, a mí más… ¿Por qué no seguir adelante?

 

 

Continuar no ha sido trabajo arduo, estamos conectados por algo más fuerte que el cariño, la felicidad. Déjeme decirle que la respeto y adoro su compañía, aprendo de usted como niño en el jardín. Lo más interesante de todo es que hoy se cumple un mes de aquel nerviosismo que reemplazó por un segundo a la sangre que recorría por mis venas; un mes de paz y tranquilidad, un mes de pura fantasía aterrizada en nuestra realidad.

 

 

La quiero por lo que es, comprendo lo que fue y espero lo que será. Pues con usted la música se ha vuelto ideas por escuchar, la lectura se ha vuelto piel por visualizar, las calles se han vuelto labios por recorrer. El amor se ha vuelto mujer y ha tomado por nombre Patricia.

 

 

Esta tranquilidad que daba miedo, ahora me da confianza.

 

 

Fue difícil entender que es fácil, pues contigo no hay crisis.

Contigo no hay crisis

© 2014 Ese Romero. Todos los derechos reservados....los izquierdos, también.

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