

Ese
Romero

Un niño en casa
Siempre es bueno recordar que el corazón de niño no se abandona por más monótona que se vuelva la vida, no es descabellado reconocer que todos tenemos en el alma algún recuerdo o brillo profundo de lo que significó nuestra niñez.
Entre juegos y abrazos, amigos y el nido, mucho tiempo libre y aventuras inigualables, la etapa que marca el inicio a la maratón vital suele desprender muchos de los mejores recuerdos, tal vez porque en ese entonces el tiempo sí nos alcanzaba; porque por ser años atrás habían personas que aún nos acompañaban, personas que hoy ya no están entre nosotros; porque, mejor aún, no existían preocupaciones como presentar trabajos, pagar deudas, llegar tarde, o alguna de las cosas que siempre suelen ser explicación a nuestros disgustos.
Los horarios que manejo no me permiten llegar temprano a casa pero cuando sucede lo contrario, anhelo, más allá de encontrar a toda mi familia despierta, que sea una personita que aún no ha cumplido ni los cuatro años quien me abra la puerta para poder ingresar, que cual caballero me salude para luego preguntarme cómo me ha ido durante todo mi día.
Sus palabras, aun no bien pronunciadas al 100%, pueden arrancar una sonrisa inmensa ya que a diferencia de muchos niños de su edad, él tiene la capacidad para conversar, entenderte, y hasta ponerse en tu lugar. Hace algunos meses, cuando caí en cama por la varicela, me sugirió que no me preocupe, que cuando me cure ya iba a poder salir con él a pasear. Grata inocencia, que los años me permitan seguir disfrutándola y que el crecer no se la quite. Como quisiera que sea un niño para siempre.
Este pequeño, que por obvias razones no es mi hijo, es la segunda vida que mi hermana trajo al mundo y, que al igual que su hermano mayor, han sido piezas importantes para alegrarme los días hasta en momentos que mi corazón estaba destrozado. Es tal vez la poca capacidad que tienen para identificar problemas de grandes magnitudes lo que los vuelve tan virtuosos, los más indicados en tratarte bien cuando un adulto no logra comprenderte.
Espero tener algún día la dicha de poder brindarle todo el cariño que tengo para él, una suerte de regalo que el dinero nunca le podrá ofrecer. Su rostro y mirada invitan a reírse, siempre y cuando seas su cómplice en la diversión, seas un jugador más de sus queridos Angry Birds y nunca, pero nunca, dejes decirle que lo quieres, para él ello es muy importante.
Puede que describir de esta manera sea típico al tratarse de un niño, más aún cuando soy una persona que trabaja con niños. He ido por muchos lugares de la ciudad y hasta ahora no he encontrado a alguno que se le parezca, pues podrán ser todos muy divertidos y curiosos, ofrecerte muy buenas actitudes, pero el tener un niño en casa te hace ver la vida desde otra perspectiva, te hace sentir que la niñez no renunció a ti y aún está esperando que la retomes.
