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Oscuridad predominante

 

 

El rechazo social, al menos en nuestro país, es notorio desde la forma en que muchos solemos pensar hasta en las expresiones culturales que hoy en día nos caracterizan. De alguna u otra manera existirá algún sector que por lo menos alguna vez en su vida fue discriminado; tampoco se trata de creer que esto es exclusivo de sectores sin dinero, puesto que al etiquetar de “pituquitos” a quienes tienen una mejor posición económica ya estamos incurriendo en la misma práctica: La discriminación.

 

 

“La vida está hecha para los vivos”. Típica frase con la cual uno inicia su debate sobre quién es en realidad el vivo, quien se aprovecha de los demás, o quien aprovecha la presencia de los demás para valerse per se. Una vez más, mi querido Centro de Lima me brindó imágenes que nunca saldrán de mi mente y que me invitaron a generarme muchas preguntas.

 

 

Dejando de lado cualquier opinión insustancial, he podido notar que las avenidas Jirón de la Unión, Emancipación, Cusco y Abancay, han abierto paso a un nuevo modo de salir adelante pero exactamente para un grupo que, tal vez, al igual que muchos, aún no han recibido el apoyo e interés de las autoridades para poder tener una vida de acuerdo a lo que todos nos merecemos.

 

 

Son alrededor de diez invidentes, quienes por medio del uso de un altavoz cantan a cambio de unas monedas. No estiran la mano, no reclaman ayuda, implícitamente piden que apoyes su talento sin fijarte en aquel sentido que ya no les es familiar, la vista. Lo que para nosotros podría ser una catástrofe, para ellos es simple vivir diario, aprender a convivir con algo que sucedió y que ya no tiene remedio; de nacimiento o por accidente, qué importa si el resultado es el mismo, las luces están apagadas.

 

 

Es curiosa la manera en que siempre alguien empieza a despegarse del grupo y desarrolla nuevas alternativas; y no es para burlarse, ellos no son menos que nadie.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El hombre al que observamos ha desarrollado un nivel de persuasión que, creo yo, toda la prensa moriría por poseer. Frases como “hermano, hermana, ¡échale!” y “¿Por qué te vas Roberto? ¿Y la moneda?” son las alternativas que el halló. De alguna u otra manera él también tiene una familia que sacar adelante y qué mejor que con el carisma que nos transmite.

 

 

Alguna vez me preguntaron que si algún día tuviera que perder algún sentido cuál elegiría.

 

 

-Obviamente no optaría por ninguno, pero nunca que desearía que sea la vista.

 

 

Ese miedo a no presenciar nunca más el cambio, esa fobia a ser parte de una oscuridad predominante, es aquella duda que nos lleva a cuestionar qué sería de nosotros si dejáramos de ver, hablar u oír. Para nosotros es una duda, para otros es una realidad y muchas veces somos cómplices del olvido. Siempre es bueno recordar que nadie está libre y más aún, que nadie finaliza de escribir su propio libro hasta que la vida te acaba la tinta. 

© 2014 Ese Romero. Todos los derechos reservados....los izquierdos, también.

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