top of page

Fatal atracción

Estaba tan cerca de él que no fui capaz de descubrir su encanto, ni siquiera entendía la historia de sus calles y el sentimiento que podían guardar cualquiera de sus paredes. Es un aroma distinto, es respeto por su arquitectura, son encuentros pasada la medianoche, son miles de personas sin rumbo alguno; es el corazón de Lima, que por más golpes que ha recibido, nunca dejó de palpitar.

 

 

Su magia es resguardada por un río que se enoja cuando el verano informa su llegada; te recibe una plaza inmensa rodeada por cuatro edificios que guardan un fuerte porcentaje de la historia peruana. No sé si a nadie le interese, no importa cuánto tiempo pase descifrando cuál es el verdadero engranaje que mueve esta metrópoli. ¿Será el legado que hemos heredado quienes nos nutrimos de sus horas? ¿Será que los enemigos se acercan para arrebatarnos lo poco que nos queda de memoria? Es mi Lima adorada, es su centro el escondite perfecto para escaparte de la rutina, para gritar que eres libre, para unir dos rostros con miradas ausentes, para inhalar cultura.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Soy hijo predilecto de sus calles, una columna vertebral que se erigió sobre el Jirón de la Unión, luces de noche que alumbran ideas de inimaginable poder. Es tu reino mi jurisdicción, perdóname por no haberte tratado antes.

 

 

Recién tuve la oportunidad de valorar tus rincones con la ayuda de la incondicional Patricia. Quilca rompió sus fronteras y me dejó ser testigo del crimen institucional, el trecho entre el respeto por lo antiguo y la adulación por lo moderno es más largo que un Puente de Piedra.

 

 

Como seres clandestinos visitamos cada espacio en busca de diversión creyendo que pisando mil metros de cemento hemos dejado la huella. A veces nos portamos como huérfanos; limeño, peruano, ¡despierta! El invierno de la ciudad de los reyes llegaría a su primavera si tan solo no nos preocupáramos de lo insustancial.

 

 

Te recorro sin miedo alguno, podrían robarme mis pertenencias pero no mi libertad. Dos soldados me defienden cuando tiembla la seguridad de conciencia, cuando corre peligro el pensar humano: Villarreal no se opone, protege junto a mi vieja casona la tolerancia del joven peruano; San Marcos te llaman ahora, yo te llamo alma de la patria.

 

 

Las letras que te dedico no son nada ante el placer que me otorgas. Fatal atracción me ha transmitido una mujer, ambos compartimos este respeto, yo te encargo mi futuro.

© 2014 Ese Romero. Todos los derechos reservados....los izquierdos, también.

bottom of page