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En barrio de tunanteros   [Parte 1]

 

El frío de la madrugada nos despertó, era hora de bajar del bus. Una lluvia que invitaba a patear los charcos del suelo iniciaba el descanso que por meses merecía. Habrán sido solo 6 horas de viaje pero que al fin y al cabo no se sintieron; así sucede cuando lo que se aproxima es sinónimo de diversión.

 

 

Momentos enteros alejados del trance limeño acompañado de quien hoy en día presta su imagen para mis fotografías. La situación carece de distracciones, todo lo que Jauja me brindó sirvió para entender un poco más sobre cómo funciona el Perú profundo que se resiste a la invasión de nuevas costumbres, esa resistencia a la imposición de una nueva cultura.

 

 

Era fácil, solo tenía que dejarme llevar por quien conocía el lugar, una persona a la que le brillan los ojos cada vez que en su camino se cruzan los trajes de colores. No estaba permitido el aburrimiento, mucho menos la tranquilidad; son tiempos de fiesta en los que la única consigna es vivir lo que sientes, sentir lo que ves, ver lo que ellos te han preparado con mucho amor, y con mucho amor agradecerles.

 

 

Razones sobran para tomar decisiones como conocer tu propio país antes que pienses en emigrar, la vida en el Perú no se reduce a lo que nosotros colocamos en nuestros horarios, después del túnel rutinario existe la luz de la novedad extra limeña, aquella que te abofetea cada vez que la subestimas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El cielo gris abrió paso a un celeste incontrolable, aquel que pareciera que fue pintado por un artista. Un techo de nubes sobrecargadas a punto de estallar en gotas que calmaran un calor contradictorio cubrían mi caminata por el Jr. Junín, no aquella calle capitalina que extiende Conde de Superunda, la calle jaujina que entre carteles ofrece “calientitos” y con parlantes va retumbando al son de Susan del Perú.

 

 

Yo juré ante una cruz
olvidarme de ti y de tu familia,
prometí ante el Señor
no pronunciar ni recordar tu cariño.

[Susan Del Perú - Falso Juramento]

 

El tiempo que pasó para sentirme familiarizado fue mínimo, me sentía como en casa, como en el Chalaco morropano que a mi madre vio nacer. En barrio de tunanteros ya me encontraba, y aún no había disfrutado de su tunantada; recién eran las 11 am del 20 de enero...

© 2014 Ese Romero. Todos los derechos reservados....los izquierdos, también.

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