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Recuerdo aquel viaje 

 

 

A veces vivimos tanto tiempo presos de nuestra selva de cemento que no dudaríamos un segundo en tomar las maletas y dispararnos a vivir una aventura, aunque dure tan solo un fin de semana, aunque sea a unos kilómetros de nuestra ciudad. Un escape que estará listo para recibirnos con la mayor cantidad de novedades.

 

 

Tal vez esto que escribiré no tiene tanto que ver conmigo, pues no soy el mejor ejemplo de “persona viajera” que existe en el mundo, pero eso no es síntoma de que no haya disfrutado al máximo los pocos viajes que he tenido. Detrás de cada uno se esconde un ramillete de oportunidades, que pueden nacer en el ocio, caminar por tranquilidad, y culminar, quién sabe, hasta en un enamoramiento.

 

 

La perfección del viaje dependerá de diversas variables como la compañía, el momento que se viva en el lugar al que acabamos de llegar, la razón por la cual viajamos, el tiempo que se nos permita disfrutar, y por último, creo yo que es el factor más importante, las experiencias que nos dejen vivencias que prosperen a través de los años; de haber secretos que guardar, la picardía de su esencia puede que nos arranque sonrisas cada vez que estemos a punto contarlos por casualidad.

 

 

Cada lugar guarda expresiones distintas, la noche no se vive igual en Huancayo que en Paracas; pareciera que todas las personas que te acompañan se han puesto de acuerdo para sacar su verdadero yo al compás de la algarabía de momento. Haré una pausa para pedirles que intenten recordar algún viaje que sirvió para destapar confianzas con personas que tal vez nunca lo imaginamos. No voy a hacerme de la vista gorda en este tema, pero a veces hay amigos que suelen soltarse un poco más con ciertas “ayudas” como andar en grupo, unos tragos, el baile, no tener límites de tiempo, y qué mejor, estar lejos del ambiente que tenemos en común, puede que sea la oficina o el aula de estudios.

 

 

Recuerdo aquel viaje, cercano o distante, lo recuerdo todo pero no he dicho nada. Puede que no cuente con quién me fui ni diga todo lo que hice... lo importante es que tengo salud. Quienes hemos tenido la oportunidad de viajar en grupos estudiantiles sabemos que, aunque lo que vaya a decir no es un ejemplo a seguir, estudiar es lo último que se hace.

 

 

Haber empezado un nuevo año casi siempre nos invita a preguntarnos: ¿A dónde iremos a parar ahora? Yo solo espero que de los lugares que visite me pueda llevar los mejores recuerdos, que siempre exista alguna razón por la cual pueda señalar que ese momento es un gran recuerdo. Que nunca falten amigos (Valeria, Miluska y Percy), que nunca falten personas por extrañar (mi familia), que siempre existan razones por las cuáles volver (estudio y trabajo), que nunca faltes tú, Patricia.

 

 

Con todo lo anterior… qué más podría pedir, si este último año que se nos ha ido ha sido un viaje constante, si muchas personas (hasta las que han compartido conmigo y no los he mencionado) saben que nos esperan muchos rincones por recorrer. Esperemos amigos, que la vida nos dé más oportunidades de partir, y mejor aún, de volver siempre a nuestra tierra. 

© 2014 Ese Romero. Todos los derechos reservados....los izquierdos, también.

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